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Orsay

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El caballo blanco

Paul Gauguin pinto este óleo sobré lienzo después de inspirarse en segundo viaje a Tahití, específicamente en el frisco occidental donde el artista disfrutaba de dar largos paseos y donde anteriormente había muchas especies de animales y de flora. Gauguin logra con esta pintura la mezcla perfecta entre la decoración y poesía.

En “El Caballo Blanco”, usted puede encontrar el gusto de Gauguin por todo aquello que es primitivo y antiguo. Es de hecho esta yuxtaposición entre ambas vertientes y que también ayuda a que los espectadores puedan encontrar diferentes significados que podrían ser distintos a los del pintor, aunque este sigue siendo nuestra guía dentro de este mundo influenciado por impresionistas de la talla de Degas o Manet.

La pintura representa una visión idealizada, según Gauguin de un paisaje tahitiano en donde vemos arboles llamados bourao, lirios y flores que no existen. Lo importante aquí es el caballo blanco, que, si es blanco, pero tiene toques verdes debido a la iluminación de la vegetación que le da ese aspecto verdaceo y que podría representar creencias de los Tahitianos que tenían que ver con el paso de las almas, además de que en esa región el color blanco tiene que ver con los dioses.

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Tips

La historia de esta pintura de Gauguin es muy interesante debido a que originalmente la primera persona que iba a recibir este cuadro lo rechazo debido al color verde que tiene el caballo. Montfreid fue entonces la persona que terminó por recibir la pintura y el luego la vendió al Museo de Luxemburgo.

Paul Gauguin aparte de ser pintor, también era escritor, escultor de grabados y cerámica, haciéndolo una figura esencial en la corriente del simbolismo.

Gauguin paso aproximadamente seis meses viviendo en una choza en Martinica, en donde llego a pintar aproximadamente 12 obras, casi todas ellas en su choza. Paul paso un tiempo enfermo de malaria y disentería, ya que vivió en condiciones un tanto precarias, aunque llego a entablar una gran relación con los locales de la zona, volviéndose las poblaciones indígenas un tema muy común en sus pinturas después de haber abandonado la isla. En 1891 Gauguin logro recabar los fondos para poder visitar Tahití para, según el, poder escapar de la artificialidad de la civilización europea y a su vez regresar como un hombre rico. Gauguin llevaba consigo dibujos, fotos y estampados como estímulos visuales. Primero vivió en Papeete, aunque termina en una choza de bambú en Mataiea, lejos de lo que ya era una ciudad mucho más colonizada, fue aquí donde hizo diversas pinturas que representaban la vida tahitiana. Y se cree que las pinturas que salieron de su estancia en Tahití son las más hermosas de su carrera.